El árbol de la ruta de la seda. Las moreras son árboles originarios de las zonas templadas de Asia y conocidos por ser magníficos elementos ornamentales en jardines, paseos y calles.
Este árbol caducifolio, que alcanza mayor altura que la zarzamora o Morus nigra que pertenece a su misma familia, ha sido históricamente cultivado para ser el alimento de los gusanos de seda, y fue desconocido en occidente hasta que, en el siglo VI, los monjes nestorianos establecieron la ruta de la seda, una red de caminos que unían Asia y Europa y que debe su específico nombre a la mercancía más prestigiosa que por ella circulaba, la seda, cuya fabricación era un secreto que sólo los chinos conocían y las moreras no desvelaban.
Verde brillante y sombra frondosa
La morera presenta una copa redondeada y abiertamente ramificada. Las hojas son alternas, ovales, enteras o lobuladas y de márgenes dentados. Los árboles jóvenes presentan hojas más lobuladas que los adultos y su color es de un característico verde brillante y lustroso por el haz, ofreciendo un color más claro por el envés. Estas preciosas hojas que son el único alimento de los gusanos de seda, tienen una tiernísima consistencia blanda, lo que las diferencia de las de la Morus nigra.
En los meses de floración (mayo o junio) la morera presenta pequeñas flores que crecen formando espigas apretadas y alargadas. Tras la floración surgen los frutos compuestos, formados por pequeñas drupas estrechamente agrupadas, entre 2-3 cm. de largo, llamadas moras, de color blanco a rojizo. Los frutos de Morus nigra y Morus rubra son los de mejor sabor, mientras que los de Morus alba suelen resultar insípidos.
Las moreras son ideales para cultivar en pequeños patios, terrazas, parterres y en jardineras o en recipientes de diferentes tamaños, además posee variedades injertadas que toma formas especiales coma la “péndula” que asemeja al llorón o la parasol que como su propio nombre indica se asemeja a este, formando una copa totalmente plana.